viernes, 17 de junio de 2011

La sonrisa del payaso

Las palabras se las lleva el viento, pero las miradas son cincel que tallan el alma.


Está todo listo para la función. Las luces, el escenario, los malabaristas y los animales. El olor a circo, tan particular, que Miguel había conocido desde que tenía cinco, penetraba hasta lo más profundo de su alma. Sí, ese olor tan característico, siempre le inspira. Quell'odore. Vesti la giubba, e la faccia infarina.

martes, 7 de junio de 2011

Hawaii

Recordar, conmemorar... el deseo de evocar con nostalgia un vívido sueño en el cual se roza el cielo con la punta de los dedos.

Rocamadour miraba nervioso la hora. La aguja marcaba ya las cuatro. Recostado en el muro del parque, mirando cómo el pálido sol se asomaba entre nubes difusas, Rocamadour empezaba a resignarse.

Se habían dado cita a esa hora. "Yo llegaré", le había dicho. Rocamadour había llegado quince minutos antes, después de salir del trabajo. Bien vestido, con su mejor perfume, con ilusión infantil, había caminado ya tres veces el parque, y por inercia (¿o instinto?) había llegado al estanque. Era primavera. Los patos nadaban alegres en el agua, sin esperar a nadie. La gente alrededor conversaba animada. Y Rocamadour, recostado en aquél muro, sólo tenía mente para pensar en ella.

viernes, 15 de abril de 2011

Lo clásico de los Clásicos


Humanos, clásicos hay muchos. Pero de ellos, sólo uno merece ser llamado "El Clásico", con todo y mayúsculas. Y música instrumental con coro de fondo.

Real Madrid - Barcelona, Barcelona - Real Madrid, míresele por donde se mire, siempre es un duelo entre titanes. Entre los dos más titanes del fútbol. Si eres un ejemplar masculino, sabrás de lo que te hablo (a menos que haya algún problema con tu masculinidad, o que seas gringo; esa gente tiene problemas).

No es fácil ser nube




Yo no sé mucho sobre la vida, pero hay algo que sí tengo claro: No es fácil ser nube.

Mucha gente se burla de mis formas cambiantes. Otros, ni me determinan siquiera. Así, a veces contemplada con morbo, otras ignorada, voy lentamente caminando el vasto cielo celeste, yendo hacia donde me lleve el viento. No puedo decidir adónde voy, ni cuándo. Ni siquiera puedo tomarme un café. Simplemente voy, voy yendo, lentamente, hacia donde los que se burlan o me ignoran no pueden llegar.

Eso sí, no puedo negar que es divertido cuando a veces me llega la urgencia, cambio de color y no puedo contenerme. Entonces libero esfínteres, y orino sobre la gente, sobre las ciudades, sobre los verdes prados, sobre ríos y mares. No contamino, por el contrario, hago bien. Me gusta cuando los niños en las plazas miran hacia mi y abren la boca para recibir en ella mi insípida lluvia.

Pero, así como pasa con los humanos, a veces cuando se orina se afloja otra cosa. Y vienen truenos y relámpagos. Sonoros truenos, que retumban en kilómetros a la redonda. Serpenteantes rayos que encandilan el aire con un fulgor atrevido. Pero no me da pena tronar. Porque no contamino con eso. No huele mal. Y hasta se escucha bonito. No todos gustan de mis tormentas, eso sí, pero es que yo también tengo derecho a enojarme.

No falta quién se entristezca cuando lluevo. Me da mucho pesar ver esos lánguidos rostros en las ventanas, mientras la lluvia ataca briosa el cristal. Yo les acompaño en sus pesares, porque la lluvia siempre trae recuerdos de desamores pasados, de carencias, nociones de imposibles y sueños rotos, que así como yo, son inalcanzables.

A muchos de ellos; los que se burlan, los que me ignoran, los que me beben, los que se mojan, los que detestan mis tormentas, los que le llueve el alma conmigo del otro lado del cristal; a muchos, a pesar de todo, les encantaría ser una nube. Volar entre nosotras, dormir en esos blancos algodones sobre lienzo azul. Pero a ellos, y a ustedes, les digo: no es fácil ser una nube. Así como ustedes quisieran ser yo, así yo quisiera ser uno de ustedes.

Porque una nube... una nube no conoce de amor.

jueves, 14 de abril de 2011

Saber vivir

Bueno, después de un tiempo, desempolvo este blog inoficioso, para ver qué se puede hacer con él.

¿No te has dado cuenta alguna vez cuán diminuto eres en la infinitud del universo? Somos como pequeñísimas partículas en medio de una amplia inmensidad de planetas, de estrellas, de agujeros negros (¿o blancos?), de constelaciones, de supernovas, etc. Desde el planeta Tierra (nuestro chiquero hogar) hasta Omicron Persei 8 (tal y como se ve en Futurama) existen millones de años luz -par de siglos luz, tal vez- de distancia.

O al menos eso estimamos, no lo sabemos, aún no hemos caminado esa distancia.

¿Y sabes? La ciencia es engañosa. Porque más de la mitad de su conocimiento está edificado sobre conjeturas y suposiciones. "Creemos que tal cosa puede ser así"... "¿Y en qué se basa, señor científico noruego de largas greñas color rojo fuego y barba selváticamente tupida, para hacer esa aseveración?" "Pues en la teoría de no-se-qué, inventada por no-se-quién, en un viaje acetalisílico". Suposiciones sobre suposiciones. Enormes supositorios.

No me malinterpretes, la ciencia es buena. Es como una chica sana y estudiosa, que a pesar de los lentes tiene linda sonrisa, y que no estaría mal para llevarla a comer un helado a McDonald's (a Crepes no, sin embargo; sería mucha boleta). Es sólo que a veces la ciencia se convierte en una enorme paradoja rocambolesca que no sabe ni adónde viene ni para dónde va. Y eso sucede, cuando el hombre intenta buscar respuestas que no puede hallar, ni con una escalera bomberil. Más allá de su propio entendimiento.

Alcanzar lo inalcanzable, el sueño de todo homo sapiens (y algún otro "homo"). Pasó con Yuri Gagarin, con el Apollo 11, con Diomedes Díaz, y así muchos otros. Pero bueno, que ya me he hecho un lío. El punto es, después de todo, sin importar tu color de piel, tus riquezas o fama, o de qué lado de la cama te levantes, eres una diminuta partícula en la inmensidad del universo. Un ser normal; que va al baño a hacer del 1, del 2 (a veces del 3, sin que se den cuenta, ¡eh, pillín!); que se pone los pantalones una pierna a la vez; y que sin importar si usas capa y calzones afuera de los jeans no vuelas como Superman (no lo intentes; yo una vez lo hice, y quedé como soy). Es cierto, todo el mundo va al baño, tanto en New York como en Tula (Rusia); desde Rio de Janeiro hasta el río más puerco del África. Y hasta en Japón-pón. Aunque ahora allá están desbordados los bacinetes. Una pena; saludo de solidaridad para ellos.

Mas sin embargo, empero, nevertheless... aunque seas una diminuta partícula, un minúsculo grano de arena en la inmensidad del mar, un liliputiense ácaro parásito chupasangre de tus viejos... eres todo un mundo. Para otros. Para ti mismo. ¡Sí! Quién lo creyera. Eres valioso, y tu imaginación y creatividad puede ser más vasta que los océanos. Y eres único: no hay otro ácaro como tú.

Así, pues, a pesar de que parezcas ser nada, eres algo. Eres alguien. Muy importante. Dios te creó (si no crees en Dios, pues tú decide quién te creó, pero no te creaste a ti mismo, eso es seguro) y cumples una función específica en esta sociedad marchita. No te creas poco: una persona es una persona, sin importar cuán pequeña sea (¡Gracias, hortero Horton!).

Ahora que eres alguien, debes aprender a hacer algo útil y productivo con tu vida. ¿Qué debes hacer? Yo no soy tu padre, no podría decirte. Pero leer este blog quizás te ayudará (no garantizo resultados, y no devuelvo el billete). Ser inteligente es saber vivir. Y espero con mis palabras abrir tu mente. O al menos provocarte una indigestión. Pero seguramente aprendas a pensar, al reflexionar sobre cualquier locura que se me ocurra, mientras hablamos bajo la luz de la luna de poco un todo.